RESTAURANTE RODERO

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Hace cuatro décadas Jesús Rodero y Resu Armendariz abrieron las puertas del Restaurante Rodero ubicado en la calle Arrieta 3 de Pamplona. Hace muchos años los hermanos Rodero tomaron el relevo para continuar la trayectoria gastronómica de sus padres, conservando su nivel y luciendo actualmente una estrella michelín “Siempre fieles al origen de los platos, pero incorporando nuevas tendencias y técnicas más depuradas”

Koldo Rodero plasma en sus platos la gastronomía del lugar con el mejor producto, con la técnica dominada, con la creatividad de un genio y el cariño de sus raíces. El equilibrio del restaurante se ve brillar en la sala, cuidada, minimalista y elegante al mismo tiempo. donde sus hermanas llevan el timón. Goretti Rodero como Jefe de sala y Verónica Rodero sumiller.

KOLDO RODERO

Creció en el restaurante familiar, fundado en 1974, e hizo sus primero pinos en sala. Sin embargo, pronto se destapó su pasión por la cocina y con 17 años empezó en la partida de postres “Yo comencé en la sala con 17 años pero no me gustaba. Me interesaba más la gastronomía, así que empecé a meterme en la cocina y a leer los libros de entonces, como el de la cocina vasconavarra…” su gran maestro fue su padre, Jesús Rodero  “De mi padre recuerdo su forma de comer y la de cocinar. Él era de comer poco, pero lo que comía tenía que ser bueno. Fue él quien me enseñó a valorar todo lo que hay dentro de un producto, a respetarlo”

Gracias a los conocimientos de su progenitor y una formación autodidacta basada en la lectura, Koldo Rodero llegó a dirigir la cocina del Restaurante Rodero y hoy día es reconocido por su reinvención de la tradición navarra.

“Ese periodo yo lo pasé muy mal, tenía mucha presión de la crítica. Igual venían dos veces al año y siempre querían algo nuevo, innovador. Y por un lado, eso está muy bien porque no te dejan acomodarte y te obligan a reinventarte, pero por otro… es muy estresante”.

 

 

 

VERÓNICA Y GIORETTI RODERO

Goretti tenía 16 años cuando alternaba sus estudios con la ayuda que prestaba en el restaurante, “cada vez me gustaba más y decidí ,en contra de la voluntad de mis padres, terminar mis estudios y dedicarme de lleno a la restauración”. Verónica, con 18 años, también estudiaba y ayudaba por las noches en el restaurante, “antes de terminar mis estudios ya sabía que no quería trabajar en otro sitio que no fuese nuestro restaurante”

Entre las dos se reparten el oficio en sala y todo funciona a la perfección. Mucho trabajo en el detalle, escogen minuciosamente las flores de las mesas, las velas y la carta de vinos; todo ello acompañado de las creaciones. En cuanto al restaurante lo definen como un lugar agradable , elegante y fresco. “Lo que tenemos muy claro es que es totalmente diferente a otros restaurantes porque cuidamos muchísimo el servicio, para que sea profesional y agradable”.

 

 

Elegancia y modernidad, en su justa medida, con grandes dosis de honestidad en un negocio familiar con mucha identidad.

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